Sipnosis

Roland es un chico americano que le gusta descubrirlo todo, saberlo todo...es como el perfecto detective. Pero, lo que no puede resistir es el misterio de Anne Fyckovic, una hermosa chica pero también siniestra. Cuando Roland descubra el secreto no podrá evitar caer rendido a los pies de Anne.

sábado, 1 de octubre de 2011

Kuchisake-onna

Me pica mucho el gusanillo últimamente por culpa de las leyendas urbanas (una  pequeña dósis de terror no viene nunca mal). Solo introducirme en otra leyenda urbana pero menos conocida que Kuchisake-onna. Pronto vereís de que se trata, pero no he podido parar de pensar en cómo sería esa yokai (demonio japonés). 

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El sonido de los coches, los vaivenes de las personas hablando por el móvil, el sonido de los anuncios que transmitían en unas pantallas metidas en los altos rascacielos. Sí, Tokio, un lugar verdaderamente extresante. Visitar a mi hermana que vivía allí no era muy buena idea, la gente en Japón no entiende el francés. Crucé el paso de peatones entre empujones de la gente y me fui por un camino diferente, un atajo. Era un callejón con unas pocas farolas y llena de contenedores de basura. Salí del callejón sin ningún problema y me adentré de nuevo al bullicio de las calles, pero por lo menos estaba un poco más cerca del edificio donde residía mi hermana. Mi hermana es una cabra loca que quería ir a Japón porque adoraba esa cultura, la cual considero un poco friki.

Me crucé con una tienda extraña, no tenía escaparates porque prácticamente era un Sex Shop. Solo tengo 17 años, pero a un tío siempre le pica la curiosidad es momentos así. De acuerdo, eso sonaba muy pervertido. Pude ver a alguien en el reflejo de un cristal del exterior de la tienda. Me giré y vi a una mujer de pelo negro liso que le llegaba hasta los talones pero que lo tenía recogido en una especie de coleta. Llevaba un kimono muy detallado y hermoso, no recordaba que hubiese una fiesta nacional. Tenía unos ojos hermosos que podían engatusar a cualquiera. Tenía una máscara que le tapaba toda la boca, debido a la contaminación o las enfermedades los japoneses suelen utilizar eso. Se acercó a mi con unos pasos lentos y ceremoniosos. Todo un expectáculo digno de ver, es más me recordaba a una geisha. ¿Era posible que lo fuese?

-¿Soy hermosa?-preguntó con una voz dulce pero ques e oía un poco mal debido a la mascarilla.

Me quedé mirándola detenidamente, con unos ojos así y unos rasgos tan bellos ¿quién iba a decir que fuese fea?

-Sí, lo eres.-dije engatusado por su belleza.

La mujer se quitó la mascarilla mostrándo una hendidura que  le atravesaba totalmente la cara como si fuese una sonrisa. Una sonrisa realmente horrible, se le salía  sangre de la boca a borbotones y ella no parecía darse cuenta. Me miraba con la misma inocencia que antes, pero yo estaba acongojado de esa horrible cicatriz mal sellada. No era miedo lo que sentía, era lástima.

-¿Y ahora?-preguntó mientras se le salía la sangre de la boca de un color muy oscuro.

Sentí un sabor metálico, bilis, que quería echar lo más pronto posible. Ella me miró esperando una respuesta, no era el mejor momento para huir gritar o parecer atemorizado. Miré un momento al suelo mientras a ella seguía expulsando sangre que se volvía cada vez más oscura hasta tomar un color negro. La miré y sonreí, lo cual ella no lo entendió mucho.

-¿Y yo? ¿Soy hermoso?-pregunté con inocencia.

La mujer se quedó sorprendida y empezó a inspeccionarme para ver si era hermoso. Se supone que ahora sería el mejor momento para huir, pero no lo hice. La agarré de la cintura y, por un momento me olvidé que su cicatriz horrible llena de pus existía. Solo me fijé simplemente en sus ojos hipnotizantes, una mujer tan bella no debe romperse por una fea cicatriz, la besé sin más durante un largo tiempo. La mujer se quedó sin palabras. Al principio noté la horrible sangre mezclada por porquería, pero poco después se fueron convirtiéndo en unos labios suaves y carnosos. Cuando abrí los ojos, pude notar que la cicatriz había desaparecido. Me alejé poco a poco de ella, se acarició los labios y empezó a llorar en silencio emocionada.

-¿Quién eres?-me preguntó.

-Soy Albert.-dije sin más y decidí irme.

Cuando me disponía a dirigirme a mi casa, alguien me paró y pude ver que era ella que no podía para de llorar de emoción. Se llamaba Kuchisake, y por lo visto, había tenido esa cicatriz y convertida en yokai (demonio japonés) por culpa de su antiguo esposo samuraí. Ella era muy hermosa en el período Edo, por lo que ella no podía evitar que los hombres no parsen de mirarla con deseo. Su esposo, en un ataque de celos, la violó y, con su katana, la hizo una horrible cicatriz. Por eso, estaba destinada a matar a todo hombre que le dijese que no era hermosa al enseñar su cicatriz o hacerle otra por decirle que sí. Se sorprendió de que, ésta vez, el que iba a ser su víctima la salvase la vida. Me dio las gracias consecutivamente y me preguntó si podría ayudarme en algo. Pero, eso, es un secreto.

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Hacía ya años de eso, pero no podía olvidarlo. Parecía un príncipe que rompía todas las maldiciones, lo cual me agradaba porque después me aprovechaba. En el instituto ocultaba mi cara con gafas porque no me gustaría ser admirado por las chicas que no cumplen lo que les pido. Ellas se lo pierden... Me tropecé contra algo y se me cayeron las gafas. Me di ceunat de que también se había caído una cámara. Di al play de la reproducción y pude ver a una joven gótica que invocaba a Bloody Marry. Se suponía que acabaría muerta, pero sorprendentemente, ella guardaba un as en la manga y acabó con ella por diversión. Levanté la vista y pude ver a Clotilde, a la cual nunca había llegado a mostrar interés porque me parecía un poco seca. Sonreí, le di la cámara y cogí mis gafas.

-La próxima vez que hagas algo así, deberías avisarme.-le dije y me dirigí hacia la biblioteca.

Clotilde era hermosa, tal vez tenía suerte...

Serie "Leyendas urbanas"/ Fin del relato Kuchisake-onna.

Albert...realmente pervertido. Clotilde parece un poco más noble con eso de que ella quiere ser como es sin cambiar y acabar con las leyendas para que no acaben con más personas. Lo que pasa es que Clotilde acaba con las leyendas de forma sádica y Albert de una foma más dulce más sentimental...como un príncipe encantador. A saber que voy a hacer con ellos más tarde...

Sobre Kuchisake-onna, iba a acabar igual que Bloody Marry. Pero, me dije: ¿Qué pasaría si fuese un final feliz? Porque, después de todo...¿A quién no le gusta ese tipo de finales? Es posible que sea muy empalagoso pero no quería que sonase igual que con Bloody Marry (Bloody me daba más miedo que Kuchisake, por eso acaba así). Bueno, espero que les haya gustado.

P.S.D: Perdón por tardar tanto y dentro de poco tendrán el capítulo 17 publicado (el instituto y otra obra en la cual estoy trabajando me chupan mucho tiempo)

2 comentarios:

  1. Todos tenemos problemas con el tiempo... y cuando hay tiempo no hay inspiración (al menos es mi caso). Me ha encantado esta historia. Personalmente, incluso más que la de Bloody Mary, pero es mi opinión. Ya sabes, para gustos los colores.
    Por cierto, tienes premio en mi blog (espero que te tengas tiempo para responder a las preguntas, yo tiendo a enrollarme y tardé dos días en publicarlo porque apenas tenía tiempo para dedicarselo...)
    http://my-own-library-and-stories.blogspot.com/2011/10/premio.html
    Bss!

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  2. Awww, qué lindo que es Albert <3 y sí, me agrada más porque termina las cosas de una forma más... cariñosa que Clot xD.

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